FRAN ZABALETA
¿Conoces de verdad tu país? Eso es lo que me pregunté hace un año... y la respuesta me sorprendió. Sí, había estado en muchos sitios, pero desconocía casi por entero demasiados otros. La periferia de la Península no me resultaba ajena, pero el interior era un inmenso agujero negro taladrado aquí y allá por las luces de alguna ciudad. Soria, Palencia, Ciudad Real, Jaén, Badajoz, Guadalajara, Teruel, Álava y tantos otros territorios eran solo nombres.
Nombres conocidos, eso sí: podría citar de memoria los ríos y los sistemas montañosos que los atraviesan o resumir los sucesos más destacados de sus historias; no solo porque eso es lo que estudié en la universidad, sino porque durante muchos años he trabajado como editor de textos escolares y he redactado los contenidos propios de las materias de Geografía e Historia de la mayor parte de las autonomías.
Pero eso no es conocer un país.
Nunca me había perdido por sus yacimientos arqueológicos o admirado sus monumentos, nunca había visitado sus torres, fortalezas y castillos ni recorrido sus parques naturales, sus montes y sus pueblos. No conocía a sus gentes ni sabía cómo vivían. Así que me propuse remediarlo.